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ABCDE Para No Ser Un Analfabeta Emocional

El buen manejo emocional parece ser una de las preocupaciones más importantes del hombre contemporáneo.  Los males emocionales, la somatización de las emociones, el descubrimiento de la influencia de las emociones sobre la salud, y una larga lista de cosas similares colocan a la emoción en el centro de las preocupaciones más grandes del hombre y la mujer de hoy; y no solo en el ámbito privado, sino también en el empresarial, dada su influencia en el clima organizacional, el manejo del conflicto y la productividad.

Pero la emoción se ha convertido en un problema, en un anatema. Vemos con mala cara a la emoción, nos avergonzamos de sentirla, creemos que es sinónimo de incapacidad, de inmadurez, de desequilibrio. Por otro lado, le damos a la emoción vida propia,  poder sobre nosotros, y eso se expresa en nuestro lenguaje. Decimos cosas como “la rabia se apoderó de mí”… “La tristeza me domina”… “la alegría me cegó”… Esto hace que la emoción adquiera un dominio sobre nuestras vidas que nos lleva  a tener la absurda ilusión de que no podemos controlarla, gerenciarla de manera eficiente. Y es allí donde radica el problema; no en la emoción, que es una respuesta sana, sino en la manera como la manejamos.

También nos ocurre que establecemos categorías emocionales. Existen las emociones “malas” (tristeza, rabia…), y las emociones “buenas” (alegría, pasión…). Nada tan falso como ello. No existen emociones “malas o buenas”, las emociones son eficientes o ineficientes dependiendo de si nos alejan o nos acercan a nuestro objetivo. La alegría en una fiesta es una emoción eficiente, pues te acerca a tu objetivo, que es la diversión, pero en una calle peligrosa, a las once de la noche, quizás no sea muy útil, porque podría hacerte descuidado. Allí tal vez el miedo sea bienvenido, pues te mantendría alerta, cauteloso . Pero el miedo en la fiesta puede evitar que te acerques a la más sexy.

Actualmente se habla de analfabetas emocionales, lo que resulta ser un término bastante duro para referirse a aquellas personas quienes parecen carecer de las herramientas necesarias para manejar las emociones en forma eficiente. Así como para aprender a leer comenzamos con el A – B – C – D, en este caso también lo haremos así, para ayudarte a ser emocionalmente asertivo.

A – CEPTA LA EMOCIÓN: La emoción es una energía por lo tanto luchar contra ella genera desgaste, cansancio. La emoción se considera una conducta, y la única manera de cambiar una conducta es aceptar que se tiene.  Negar la emoción es  tan absurdo como intentar esconder la tos; terminarás tosiendo más convulsivamente y, posiblemente, escupiendo a quienes te rodean.  Acepta la emoción, puedes decirte a ti mismo: “en este momento estoy molesto”… “me encuentro triste”… No te sientas mal por ello, no te avergüences, acabas de dar un gran paso.  

B – USCA LA INTENCIÓN POSITIVA DE LA EMOCIÓN: La emoción busca decirte algo, está allí por algo, se está manifestando por alguna razón. La tristeza puede estar diciéndote que alguien o algo te importa; la alegría, que necesitas celebrar; el miedo, que eres frágil, etc.  La emoción busca darte un mensaje y prestar atención a ese mensaje puede ayudarte a romper el círculo vicioso emocional que hace que la emoción se desborde. Cuando somos capaces de reconocer qué quiere decirnos la emoción, cuál es su objetivo, qué busca; estamos reconciliándonos con nosotros mismos y eso nos ayuda  a aceptarnos y, por lo tanto, a responder de manera eficiente. La emoción es un recurso, porque nos da un mensaje que puede ayudar a conocernos mejor.

C – ANALIZA LA EMOCIÓN: la emoción es una energía y por esa razón cuando se canaliza, cuando se dirige hacia un objetivo, se transforma.  Lo importante es que el objetivo hacia el cual canalizas esa emoción sea positivo, que sirva para ayudarte a crecer, a evolucionar y no cause daño a nadie. La tristeza puede hacernos muy empáticos y comprensivos; la rabia puede llevarnos a focalizarnos, a enfocarnos; la alegría nos hace abiertos, sociables; el miedo nos pone alertas. No intentes contener la emoción, es más eficiente darle una dirección positiva, aprovechar su energía. 

D – ESCUBRE LOS INDICADORES DE LA EMOCIÓN: No puedes estar continuamente respondiendo cuando la emoción se presente, esta conducta es reactiva y por lo tanto produce desgaste.  Toda emoción, antes de aparecer, genera un indicio fisiológico. Creemos que las emociones se presentan de improviso, pero no es cierto. Todos tenemos una estrategia, una “manera de hacer las cosas”. Ante la emoción el cuerpo responde, y lo extraordinario es que siempre lo hará de la misma manera en la misma emoción. Si logras descubrir cuáles son esos indicios podrás prepararte a la emoción antes que se presente, que te envuelva y se haga más difícil de gerenciar. ¿Por qué esperar estar cegado por la ira?… No es necesario llegar a  ese extremo. Conviértete en un observador de ti mismo. ¿Qué pasa contigo cuando vas a ponerme triste?… ¿Cuando te enojas?…  Descubre esos indicadores. Cuando yo voy a molestarme mis orejas comienzan a ponerse calientes y rojas, ese es un indicio, y me permite canalizar esa emoción antes que se presente en todo su esplendor. Contar hasta diez (como recomendaban las abuelas), alejarme, respirar profundo; en definitiva, ser eficiente.

E – ENFÓCATE EN O QUE DESEAS: Una de las consecuencias más inmediatas y menos felices de un mal manejo emocional es el desgaste, la pérdida de energía y una focalización inadecuada. El mal manejo emocional te desvía de tus metas y objetivos, te hace perder el norte, te quita la concentración y te roba la energía que necesitas para enfocarte en lo que deseas, en lo realmente importante. Mantenerte enfocado en tus sueños te permite evitar este tipo de distracciones, y si aparecen, anularlas de inmediato. No vale la pena perder una oportunidad por una rabieta.

Pon en práctica este abecedario y estoy seguro que serás más eficiente, emocionalmente más inteligente. Y recuerda que las emociones te hacen un ser humano pleno, te hacen quien eres. Reconocerlas y saber que están allí no nos hace más débiles, por el contrario, nos dice lo fuertes que podemos llegar a ser.

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